lunes, 6 de febrero de 2012

OTRA BURBUJA QUE PINCHA: LA AERONAÚTICA



Durante los últimos años hemos visto sembrar de aeropuertos nuestra geografía, la lista es amplia y las inversiones cuantiosísimas. Sin embargo hay estudios que indican que para que los aeropuertos sean rentables deberían distar 600km. y contar con núcleos de población importantes en su entorno. Hay que tener en cuenta que el aire proporciona un 20% menos empleos que el resto de la economía, con lo que esas inversiones en otro sector habrían creado más puestos de trabajo.


Se ha intentado justificar las infraestructuras por el incremento de vuelos y para ello se ha subvencionado con dinero público a las compañías de vuelos baratos. Lo más sangrante es que se han puesto en marcha rutas peninsulares que competían de forma desleal con otros medios de transporte público más sostenibles como el ferrocarril. No existe una planificación de movilidad en nuestro país. La tasa de crecimiento del tráfico aéreo es incompatible con una política de desarrollo sostenible, el aumento de la contaminación que se genera vacía los esfuerzos de otras industrias.

Se han propiciado vuelos a precios ridículos, muy por debajo de su coste real con lo que han creado pozos económicos que deberían cubrir nuestras administraciones con los impuestos de toda la ciudadanía. Y el augero ha alcanzado tal nivel, unido al tirón de orejas que nos hemos llevado de la UE por estas subvenciones no acordes y agravado con el actual nivel de endeudamiento de las administraciones que no han tenido más remedio que dejar caer el sector aeronaútico: la burbuja ha explotado.

El terrible saldo son miles de personas privadas de su puesto de trabajo, procedentes de aeropuertos cerrados y ahora la quiebra de Spanair, una auténtica tragedia para casi 3000 familias. Además de los daños colaterales a quienes esperaban volar a esos precios y que ahora no van a poder hacerlo. Es más lógico subvencionar a las personas por motivos de salud, pero es inmoral hacerlo para el ocio.

El desarrollo del tráfico aéreo ha sido posible sólo porque los impuestos aplicados a esta área son prácticamente inexistentes (ninguno sobre el combustible, tasas reducidas sobre los billetes de avión, y las mencionadas subvenciones a los vuelos baratos) y no se han tenido en cuenta los costes externos. Esto crea efectos económicos perversos y un perjuicio a nuestro medio ambiente. La sustitución del avión por el tren es imperativo sobre todo para vuelos inferiores a 600km.

Hay una clara responsabilidad política en todo ello. Aquellas lluvias trajeron estos lodos.