viernes, 21 de junio de 2013

La aldea global



Hasta ahora creíamos que nuestros actos apenas influían en la vida de la Tierra, pero en apenas 100 años los seres humanos estamos dejando un rastro que colapsa los ecosistemas y rompe los equilibrios, estamos produciendo una crisis, solo comparable a los grandes cataclismos de la historia del planeta. 

Esquilmamos los mares, contaminamos el aire, el agua y la tierra. En nuestro afán y soberbia no queremos darnos cuenta de lo que está ocurriendo a nuestro lado, actuamos como si lo único importante en el mundo fuera obtener beneficios de los recursos del planeta, en un desaforado primer mundo consumista que nos embrutece como personas.

La tecnología la usamos para depredarlo sin piedad, es hora de despertar la ciudadanía del mundo. Es preciso salir a la calle para decir basta, no podemos seguir impasibles a los desmanes, la hecatombe es inminente, hay muchos seres humanos que se mueren de hambre, están desapareciendo miles de especies, perdemos los bosques, tenemos grandes desequilibrios del clima: inundaciones, sequías, huracanes, terremotos...

Nuestro planeta es la aldea común, no es posible mantenernos inermes en ningún sitio, todo está conectado, todo influye en todo. Podemos aprender con el dolor de la experiencia, o podemos hacerlo usando nuestros conocimientos, no dejemos pasar este tiempo precioso para decir basta a la depredación, es necesario que nos replanteemos desde el punto de vista de la ecología nuestros actos: no es preciso ser fundamentalista, sino poner freno a esta sociedad vacía que nos aboca al desastre. 

No quiero el día de mañana tener que explicar que no hicimos nada por evitar las desigualdades sociales, que se explote la naturaleza destruyendo los bosques, las montañas, la pureza del agua y el aire, que se exterminen muchas especies de animales y plantas. Todo ello por tener un modo de vida que quiere convencernos que nuestra felicidad pasa por la posesión de objetos y el consumo desaforado, por fomentar la competencia en lugar de la cooperación, por carecer de sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno y de conciencia para ser responsables de las consecuencias de nuestros actos.

Usemos la tecnología para facilitar la vida, las personas debemos colaborar en nuestro quehacer cotidiano, aunque nuestra incidencia es pequeña comparada con las implicaciones de la industria y el comercio. Pero votamos cuando consumimos y podemos hacerlo de forma consciente. Podemos salir de la crisis del sistema con una nueva forma de relacionarnos con GAIA.

Es hora de exigir a las administraciones que tomen partido, que apuesten por las energías renovables, por la agricultura ecológica, libre de pesticidas y transgénicos, por disminuir significativamente la ingesta de proteína animal, por la producción de cosas útiles tratando de conseguir la autosuficiencia regional, por primar el transporte público, la reducción de los consumos energéticos y mejorar la educación poniendo la ciencia al servicio de la sociedad y al cuidado del planeta, y pedir a sus habitantes que se impliquen y participen activamente en las decisiones que les afectan y que controlen de forma consciente su natalidad en función de su huella ecológica en el territorio (A la tierra le sobran 4000 millones de personas).