miércoles, 15 de enero de 2014

CONSUMO RESPONSABLE




"Mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños harán cosas pequeñas que transformarán el mundo". Eduardo Galeano



El consumo se ha convertido en un acto que da sentido a la persona inmersa en una crisis de ideales. Esta crisis es el caldo de cultivo necesario e interesado, para que las personas no sean seres autónomos, pues son una pieza clave del engranaje producción-consumo.



Las repercusiones de esta situación mundial son:

·Aumento de la pobreza y de los conflictos bélicos.

·Concentración del poder económico y político en cada vez menos manos.

·Masivos movimientos migratorios de gente que intenta escapar de la indigencia en que están sumidos países enteros.

·Destrucción masiva del medioambiente para mantener el ritmo de crecimiento económico a costa de lo que sea.



Consumir no es sólo satisfacer una necesidad o un deseo individual, aunque ésta es la percepción que tenemos habitualmente. Al consumir estamos colaborando en todos los procesos que hacen posible el bien o servicio consumido, seamos o no conscientes de ello. Estos procesos tienen implicaciones de carácter económico, social y medioambiental. El consumo responsable consiste en tener en cuenta estas repercusiones en el momento de elegir entre las distintas opciones que ofrece el mercado.



CONSUME LOCAL, ECOLÓGICO Y DE TEMPORADA.  La elección debe tener en cuenta la justicia social, la ética, la solidaridad y el medio ambiente.



Si consumimos local gastaremos menos energía en transporte (menos CO2 a la atmósfera), mejoraremos la economía local. Si nuestros productos son ecológicos los alimentos tendrás más nutrientes y seremos respetuosos con los ciclos de la naturaleza, y si además nuestros alimentos son de temporada quiere decir que nuestro organismo está adaptado a consumirlos en ese momento porque es adecuado al lugar y además no se requerirá energía para almacenarlos.



Esta realidad está exigiendo a la humanidad un cambio, una nueva ética, nuevas formas de relación entre las personas y de éstas con el medio que las rodea:  


EL CONSUMO RESPONSABLE



Nuestro planeta se enfrenta a una severa crisis global. El desarrollo económico y social de la cada vez más numerosa población humana está imponiendo una carga insoportable a nuestro medio ambiente. Estamos sobre-explotando y contaminando el agua, el suelo y el aire a un ritmo que el medio natural no es capaz de reparar.  Nuestra civilización del primer mundo, nuestro modo de vida depredador se sostiene empobreciendo a otra parte de la humanidad. Nuestro ritmo y forma de vida nos hace ser consumidores compulsivos, sin que la mayoría logre sentirse feliz.

Pero la degradación de los ecosistemas y la sobreexplotación de los recursos naturales, no sólo afecta a zonas puntuales localizadas en un mapa geográfico (como ocurría en el pasado), sino a todo el planeta. Hablamos del cambio climático, la destrucción de la capa de ozono, la pérdida de biodiversidad, la introducción de organismos modificados genéticamente en la agricultura, el problema de la gestión del agua o la contaminación química y radiactiva.

El mundo en el que vivimos presenta probablemente las tasas de cambio más altas de la historia de la vida. Esto implica a su vez, un rápido cambio en nuestras relaciones con el medio. Un claro ejemplo lo encontramos en la biodiversidad: la riqueza de formas de vida (entre 5 y 30 millones de especies vegetales y animales) está siendo degradada minuto a minuto fundamentalmente mediante la destrucción de sus hábitats.

Cada vez somos más las personas, las organizaciones y las administraciones que somos conscientes del problema al que nos enfrentamos. Hemos de encontrar el equilibrio: el primer mundo ha de bajar el consumo y mantener la población para ajustarla a su huella ecológica, mientras que el tercer mundo ha de disminuir la población y aumentar su consumo.

Todo ello hace que nos planteemos la necesidad de poner en marcha un modelo socioeconómico basado en el uso racional de los recursos, y el igual reparto de los mismos entre los habitantes del planeta y contemplar el legado a las futuras generaciones, para las que los términos de libertad, democracia, solidaridad, equidad, justicia social y cultura de paz estén presentes.

NUESTROS HÁBITOS DIARIOS Y LA PARTICIPACIÓN

Los pequeños cambios en nuestros hábitos diarios son imprescindibles para conseguir un planeta más habitable; pero también son importantes las peticiones de los ciudadanos a los gobiernos y empresas de políticas ambientales y sociales sostenibles, para que permitan a las generaciones actuales y venideras el disfrute equitativo de los recursos naturales, en armonía con el resto de seres vivos.

Aquí radica la importancia de la implicación y participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, la demanda de respuesta y su puesta en marcha.


A LA BÚSQUEDA DE UN VERDADERO TEJIDO SOCIAL

Muchas personas creen que no está en sus manos poder hacer algo por cambiar las inercias establecidas, y se muestran impotentes ante las decisiones de grandes multinacionales o gobiernos poderosos.

Sin embargo, el movimiento ciudadano tiene la capacidad de enfrentarse a aquellas corporaciones y gobiernos para denunciar las actividades que suponen un riesgo socioambiental y sanitario, y pedir políticas basadas en prácticas sostenibles.

Ha llegado el momento de pasar a la acción: como parte de una Organización No Gubernamental, de una asociación (de vecinos, de amos/as de casa, de padres y madres, de consumidores, de la tercera edad, de mujeres, desde el centro escolar, desde trabajo o desde el ocio) o de un partido político tenemos el compromiso de involucrarnos en la resolución de los problemas que afectan al planeta.
"Mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños harán cosas pequeñas que
transformarán el mundo". Eduardo Galeano

CONSUMIR

H. Marcuse distinguía dos tipos de necesidadesen relación con el consumo que las personas intentan satisfacer:

1.- las necesidades verdaderas o necesidades vitales (alimentación, vivienda, vestido,...).

2.- las necesidades falsas, que son las que están determinadas por fuerzas sociales y culturales.

Las personas pueden sentirse felices al satisfacer estas últimas, pero no han sido diseñadas pensando en ellas y en su felicidad, sino para aumentar el consumo y con él, la producción.
La persona entra así en una cadena de dependencia y esclavitud, fraguada por el afán de acumulación y potenciada desde un sistema que la necesita como elemento que consume.

Todo esto es manipulado también por fuerzas culturales donde la publicidad desempeña un papel muy importante. En ningún otro aspecto de la vida somos guiados con tanta insistencia y derroche. El consumo se ha convertido en un acto que da sentido a la persona inmersa en una crisis de ideales. Esta crisis es el caldo de cultivo necesario e interesado, para que las personas no sean seres autónomos, pues son una pieza clave del engranaje producción-consumo. Ya en los años cincuenta, con la naciente sociedad de consumo, los críticos de la cultura de masas alertaban de cómo las sociedades industriales privan a los seres humanos de libertad.

La forma de vida consumista de los países del «Norte» no es universalizable porque no puede ser para todos. Según el Informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), si todo el mundo consumiera de este modo se necesitarían tres planetas Tierra.

Las repercusiones de esta situación mundial son:
·Aumento de la pobreza y de los conflictos bélicos.
·Concentración del poder económico y político en cada vez menos manos.
·Masivos movimientos migratorios de gente que intenta escapar de la indigencia en que están sumidos países enteros.
·Destrucción masiva del medioambiente para mantener el ritmo de crecimiento económico a costa de lo que sea.

Consumir no es sólo satisfacer una necesidad o un deseo individual, aunque ésta es la percepción que tenemos habitualmente. Al consumir estamos colaborando en todos los procesos que hacen posible el bien o servicio consumido, seamos o no conscientes de ello. Estos procesos tienen implicaciones de carácter económico, social y medioambiental. El consumo responsable consiste en tener en cuenta estas repercusiones en el momento de elegir entre las distintas opciones que ofrece el mercado.
CONSUME LOCAL, ECOLÓGICO Y DE TEMPORADA.  La elección debe tener en cuenta la justicia social, la ética, la solidaridad y el medio ambiente.

Si consumimos local gastaremos menos energía en transporte (menos CO2 a la atmósfera), mejoraremos la economía local. Si nuestros productos son ecológicos los alimentos tendrás más nutrientes y seremos respetuosos con los ciclos de la naturaleza, y si además nuestros alimentos son de temporada quiere decir que nuestro organismo está adaptado a consumirlos en ese momento porque es adecuado al lugar y además no se requerirá energía para almacenarlos.

Esta realidad está exigiendo a la humanidad un cambio, una nueva ética, nuevas formas de relación entre las personas y de éstas con el medio que las rodea:  el  Consumo Responsable.

Hemos de buscar información y la formación de un pensamiento crítico con la realidad que nos rodea, con los medios de comunicación y la publicidad, cuestionándonos qué hay detrás de cada cosa que consumimos y cuáles son sus consecuencias (naturalmente esto es difícil sino contamos con un etiquetado correcto del producto).

En segundo lugar una reducción de nuestros niveles de consumo como una opción ética. Si nuestro modelo de desarrollo no es universalizable ni ecológicamente, ni por las estructuras injustas que genera, hemos de cambiar nuestros hábitos y entender que no por consumir más seremos más felices.

Es necesario modificar nuestra forma de vivir y, más en concreto, nuestras pautas de consumo, tomando además decisiones colectivas que estén dirigidas a hacer posible un Planeta más habitable y más justo. Hemos de podes satisfacer dignamente las necesidades humanas, actuar en el sentido de nivelar y compartir recursos entre ricos y pobres, actuar teniendo en cuenta a las generaciones futuras y el impacto de los productos desde “la cuna hasta la tumba”. Hemos de minimizar el uso de recursos, los residuos y la contaminación.

Se espera que la población mundial aumente un 50% para el año 2050, con lo que rondaremos los 9 mil millones, todo este crecimiento tendrá lugar en los países en desarrollo.

El aumento de población ejercerá una presión inmensa sobre nuestros recursos naturales, la biodiversidad y el equilibrio ecológico del planeta que todas las personas consideramos nuestro hogar.

¿Qué podemos hacer para ser más responsables? ¿Qué debemos hacer primero: conservar nuestro entorno o eliminar la pobreza? ¿qué es primero: nuestra salud o la del planeta?

La respuesta es controvertida: si continuamos con nuestros patrones actuales el futuro no será prometedor.

Cada año se pierde una superficie de tierra fértil como el tamaño de Irlanda como resultado de la sobreexplotación del suelo y la deforestación. La salud del planeta es nuestra salud. Cada día se extinguen 50 especies de plantas, los científicos creen que éstas son claves para encontrar cura a gran número de enfermedades. Cada especie representa un daño irreparable para el ecosistema y una oportunidad perdida para nuestro futuro desarrollo.

Un ciudadano medio en el mundo requiere 2,3 hectáreas para producir lo que consume cada año y depositar los residuos que genera, Esto supone un 40% más de los que es sostenible.

Todos no somos igualmente responsables. Si eres europeo necesitas el doble de la superficie mencionada, si eres estadounidense 25 veces más y si eres de Bangladesh tan solo una tercera parte. El 20% de la gente más rica del mundo consume casi el 75% de los recursos naturales del planeta. Estados unidos poseen el 6% de población y consumen el 30% .

El consumo responsable hará que los recursos se repartan más equitativamente entre todos los seres que poblamos la Tierra. Es necesario que todos tengamos derecho a tener cubiertas las necesidades básicas de supervivencia ( aire, agua, comida) y primarias (techo, salud y educación).

L A SALUD

Preocuparnos por la salud implica preocuparnos por la salud del planeta, por tanto los cambios de estilo de vida nos beneficiarán a ambos.

El aire, el agua y los alimentos son claves para conservar nuestra buena salud.

La calidad del aire

Depende de los contaminantes que arrojamos a la atmósfera, principalmente proceden de la combustión de productos fósiles como el carbón y el petróleo, otros elementos químicos aunque en menos cantidad suponen también un grave peligro para nuestra salud y por ende para la mayoría de los seres vivos, animales y plantas que comparten con nosotros la atmósfera.

Cada vez es mayor el número de personas que sufren de asma y alergia que deben permanecer en casa cuando los niveles de contaminación del aire son altos.

El agua

El agua es uno de los recursos clave para la vida. Es de vital importancia disponer de agua dulce, de calidad para nuestro consumo y para la producción de alimentos. Lo realmente importante no es ver cuanta agua malgastamos, depurarla tiene unos costes que no debemos despreciar, sino los productos que le añadimos. Desgraciadamente es muy normal encontrar restos de plaguicidas, metales pesados, hormonas, restos fecales, aceites y todo un sin fin de productos químicos. Pero no solo es la actividad industrial y agrícola la culpable también en el hogar contribuimos con la utilización de un sin fin de productos de limpieza tóxicos.

El agua ni se crea ni se destruye sino que se transforma.

En el primer mundo consumimos una gran cantidad de agua embotellada, cuando aquí si disponemos de agua potable en nuestras casas, en los países en desarrollo sin embargo la tienen que traer de pozos (no siempre salubres) y recorrer grandes distancias.

El agua embotellada no es más segura o saludable que el agua del grifo aunque se venda hasta 1000 veces más cara. La industria de bebidas mueve un volumen de negocio de 22.000 millones de dólares al año. Cada año se utilizan 1,5 millones de toneladas de plástico para embotellar el agua. Durante los procesos de fabricación y eliminación de las botellas se pueden liberar sustancias químicas tóxicas al medio ambiente. La cuarta parte de los 89,000 millones de litros de agua que anualmente se embotellan en el mundo, se consume fuera del país de origen. Las emisiones de gases de efecto invernadero ocasionadas por el transporte contribuyen al problema del cambio climático.

El patrimonio hídrico de un país superará en valor al del petróleo cuando se pague por ella su justo precio. Es necesaria una gestión que compatibilice el uso de los recursos con la conservación de los ecosistemas. Hay que gestionar el agua de la mejor manera posible reduciendo su consumo, reciclando y reutilizando al máximo el suministro. Al extraerla realizaremos el menor deterioro posible de los ecosistemas, teniendo en cuenta las necesidades de los ríos, humedales y acuíferos subterráneos. Cuando las devolvamos habrá que depurarlas para permitir que puedan aprovecharla aguas abajo y no dañar a la fauna y flora fluviales.

Los alimentos

Con la excusa de solucionar el problema del hambre en el mundo, de obtener alimentos mejorados y más baratos, se están imponiendo nuevas tecnologías en la industria agroalimentaria cuyos riesgos para nuestra salud y la vida en el planeta no han sido evaluados.

Estas tecnologías han sido diseñadas con el único fin de aumentar las ganancias y el control del mercado mundial por las industrias agro-químicas, que son dueñas de la producción de los plaguicidas, herbicidas y de las semillas. Sin embargo, continuamente hay escándalos de seguridad alimentaria que ponen de manifiesto cómo los riesgos derivados para la salud de los consumidores son evidentes: dioxinas en la leche de vaca, PCBs en pollos, orines para conservar el pescado, vacas locas, ftalatos en juguetes de PVC para bebés, uso de clembuterol para engordar el ganado, infinidad de ingredientes perjudiciales para la salud en los productos de cosmética... El resultado es el consiguiente aumento de cánceres, esterilidad, malformaciones, problemas hormonales, alergias, además del consabido deterioro ambiental.

El problema de fondo es un modelo de producción agrícola y ganadera intensiva y aberrante, potenciada por intereses económicos y comerciales insensibles a cualquier consideración de salud pública, de bienestar animal o de respeto al medio natural.

Somos muchas las personas que preferimos alimentos locales, ecológicos y de temporada, producidos de manera que ocasiones un daño mínimo al entorno y se dé un trato digno a los animales.

Los consumidores están exigiendo cada vez más el etiquetado correcto de los alimentos para evitar transgénicos, plaguicidas, etc. saber que la carne que ha comprado no contiene hormonas o antibióticos. Y por ética: saber que los huevos comprados no proceden de una granja industrial donde se hacinan a las gallinas en habitáculos siendo consideradas meramente como mercancías.

Comer alimentos orgánicos o ser vegetariano son decisiones que las personas toman acerca de cómo quieren vivir para estar más sanos, pero esto afecta positivamente al medio ambiente. Una persona que lleva una dieta libre de carne evita que más de 4000 árboles sean destruidos cada año.

Sustancias químicas en el hogar:

. Infórmate de los productos de limpieza para el hogar, cosméticos y productos de higiene personal. Averigua qué contienen y qué impactos ambientales producen. Siempre que puedas  usa productos ecológicos y la cantidad mínima.
. Con los medicamentos caducados ten especial atención y llévalos a la farmacia más próxima.
. Revisa la frecuencia con la que lavas la ropa, sécala al sol. Evita llevar la ropa a la tintorería (hay algunas ya que utilizan productos más ecológicos).

LA MOVILIDAD Y EL TRANSPORTE

A través de los siglos ha sido un aspecto clave de la actividad humana y un factor que está cambiando, la necesidad se ha incrementado en tamaño, potencia y velocidad. En 2010 habrá 816 millones de automóviles en todo el mundo. El 80% de los automóviles pertenecen al 20% de la población mundial. En las grandes ciudades 1 de cada 3 viajes de menos de 8 km. se hace en coche. Un uso más responsable del coche puede hacer las ciudades. Los viajes cortos aumentan el nivel de contaminación un viaje de 5km en coche emite 10 veces más dióxido de carbono por pasajero que un autobús y 25 veces más que un tren.

Pero lo que también tiene un gran impacto en nuestro planeta es el turismo: los viajes internacionales globales llegarán a los mil millones en el año 2010.  Los científicos predicen que para el año 2015, la mitad de la destrucción anual de la capa de ozono será ocasionada por los viajes aéreos. No todos se deben a los turistas, pero contribuyen sustancialmente al problema.

La contaminación del aire y la degradación del suelo y el agua son problemas particularmente serios en las regiones costeras. Toda la actividad humana tiene un impacto ambiental pero podemos encontrar opciones de vacaciones más sostenibles o éticas a hoteles, posadas, casas rurales, etc. que intentan respetar el medio ambiente, la cultura y la economía local. También hay proyectos de conservación y restauración, proyectos de ayuda voluntaria, dar clases en el extranjero, etc.

En cuanto al transporte de mercancías en este mundo globalizado el comercio necesita crecientes desplazamientos motorizados, cada vez a más larga distancias y a mayor velocidad. Las fábricas se instalan en los lugares donde está el material o la mano de obra barata y luego se transportan vía terrestre, aérea o marítima a cualquier parte del mundo. Este sector es el mayor responsable de las emisiones de CO2 y del cambio climático. Además las infraestructuras ocupan un espacio y favorecen el crecimiento y la dispersión urbana.

Debemos superar la obsesión por  construir infraestructuras, dar alternativas pensando en que hay recursos no renovables y afrontar la alta siniestralidad que tiene el transporte por carretera.

Los consumidores se enfrentan a sistemas de información fragmentados y soluciones no optimizadas. Las personas con movilidad reducida no siempre gozan de igualdad de acceso al transporte urbano.

El transporte urbano es también un elemento esencial de la cadena global del transporte tanto de viajeros como de mercancías (el problema del «último kilómetro» y la necesidad de disponer de nodos intermodales eficientes a menudo se sitúan en las zonas urbanas o sus inmediaciones). En consecuencia, la eficacia de las políticas de movilidad urbana elaboradas en los ámbitos local, regional y nacional, repercuten en el sistema europeo de transporte en su totalidad, aunque sin embargo, las autoridades competentes no siempre tienen los medios o el interés necesarios para en tener en cuenta esta dimensión.


LOS RESIDUOS

Cada individuo que vive en un país desarrollado produce un kilo de basura por día. Los europeos generan cada año alrededor de 2.000 millones de toneladas de residuos. Mas de 40 millones de toneladas son clasificadas como peligrosas. Debemos tratar de disminuir esta tendencia si queremos evitar ser sepultados en basura.

A mayor cantidad de residuos más posible contaminación. Hemos de buscar métodos para reutilizar los materiales que arrojamos a la basura. Menos desperdicio, más ahorro energético y de recursos. Hasta con los ordenadores podremos ahorrar si los reciclamos y sobre todo evitar la gran contaminación por mercurio, cadmio, plomo y otros metales tóxicos.

Lo primero que hemos de hacer es Reducir el consumo. Usa menos cantidad, hay que rediseñar los productos para evitar que se queden pronto obsoletos y también para favorecer luego la recuperación de los materiales que lo componen. Reutilizar los objetos dándoles otro uso es también una forma de favorecer el medio ambiente.

Hay que tener en cuenta que hasta ahora la economía se basaba en la utilización de los recursos sin pensar que estos se agotan, es por eso que la recuperación, reutilización y el reciclaje se conviertan en nuestra forma de actuar cotidiana:

Minimizaremos y evitaremos mayores daños ambientales ya que no reduciremos el uso de nuestros recursos naturales, gastaremos menos energía y por tanto reduciremos los niveles de contaminación.

Por cada tonelada de papel que se recicla se salvan 14 árboles y se ahorran 7.000 litros de agua, la contaminación del aire se reduce en 30kg. Y se evitan 2,3 m3 de residuos.

La reducción de envases y embalajes son claves para evitar el desperdicio. Actualmente casi todos los Ayuntamientos de España han puesto al servicio del ciudadano contenedores adecuados para el reciclaje.

La Energía

La energía es uno de los pilares de nuestra civilización. Para ello la obtenemos a través de diferentes recursos petróleo, saltos de agua, carbón, madera, nucleares, geotérmicos, mareomotriz eólica, térmica, fotovoltaica...
Cuando se extrae la materia prima podemos afectar al medio ambiente, también en su transporte, en la central, en su uso directo y luego habremos de gestionar los residuos que han producido en dichas fuentes. Del petróleo por ejemplo obtenemos calefacción, transporte, plásticos, nylon, poliéster... la extracción puede acarrear graves problemas medioambientales en océanos, selvas tropicales, acuíferos. Se puede transportar en barcos (recordar el accidente del Prestige), en grandes infraestructuras de oleoductos,  en camiones. El carbón tiene grandes problemas en la extracción a cielo abierto y sobre todo cuando se usa en centrales térmicas se quema produciendo ácido sulfúrico. Las energías renovables (solar térmica, solarfotovoltaica, eólica, mareomotriz, geotérmica, biomasa...) están tomando un papel relevante en España sobre todo la eólica que tienen un menor impacto que si sería asumible por los ecosistemas.

La huella ecológica es el exceso de recursos que tomamos del planeta, cuanto más consumimos mayor es nuestra huella. «Es un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una cierta comunidad humana, país, región o ciudad sobre su entorno». Es el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos), necesario para producir los recursos consumidos y para asimilar los residuos generados por una población determinada con un modo de vida específico, donde quiera que se encuentre esa área. Su objetivo fundamental consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y, comparado con la biocapacidad del planeta. El Cálculo de la Huella Ecológica se fundamenta en dos simples hechos. Primero, podemos  medir la mayoría de los recursos que consumimos y los desechos que generamos. Segundo, este consumo y generación de desechos, pueden traducirse a las correspondientes áreas de tierra que cuentan con productividad biológica.

Reflexión:

Todos los seres debemos tener derecho a tener cubiertas nuestras necesidades básicas, estamos ante una emergencia climática, no podemos simplemente conformarnos con acciones individuales que tenemos el deber ético de ejercer, para así estar capacitados moralmente de exigir a las diversas administraciones, corporaciones o empresas que actúen.

En cuanto al ocio o necesidades secundarias que impliquen contribución al cambio climático, deberán ser compensadas y si contribuyen al deterioro ambiental deberán ser evitadas.

Normalmente nos dejamos llevar por la inercia consumista sin ser conscientes de cuantas cosas superfluas adquirimos.

Paso a paso:

1.- Piensa antes de comprar: Qué necesitas y no qué quieres.

2.- Lee las etiquetas: si no te proporcionan información clara y suficiente, pregunta.

3.- Elige productos  siempre que te sea posible elaborados localmente y de la estación.

4.- Elige los productos y servicios etiquetados como ecológicos y éticos.

5.-Escoge productos que contengan porcentajes significativos de materiales reciclados o componente re-manufacturados, o de fácil eliminación y/o reciclables.

6.- Elige el tamaño grande del producto que consumas ya que la relación envase/producto es menor.