Los gases de escape de los motores diesel están
clasificados como cancerígenos para los seres humanos por parte de la Agencia
Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC / IARC), y la agencia para
el cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) .
Es necesaria una rápida actuación de la industria automovilística, al igual que de los poderes públicos para dejar de fabricar y retirar lo antes posible estos vehículos. Para hacer memoria ya en el año 1988 se habían hecho estudios en los que se consideraba muy probable que estos gases fueran cancerígenos, sin embargo el principio de precaución no fue aplicado.
Es necesaria una rápida actuación de la industria automovilística, al igual que de los poderes públicos para dejar de fabricar y retirar lo antes posible estos vehículos. Para hacer memoria ya en el año 1988 se habían hecho estudios en los que se consideraba muy probable que estos gases fueran cancerígenos, sin embargo el principio de precaución no fue aplicado.
También hay que evitar que los automóviles que funcionan con diesel dejen de circular por el centro de las ciudades de forma inmediata. Los filtros de partículas que llevan estos vehículos sólo son eficaces por encima de cierta temperatura por tanto las personas estamos más expuestas en los cascos urbanos.
La explosión del asma infantil y
otras afecciones respiratorias en nuestras ciudades es el resultado de la
política automotriz llevada a cabo, pero no sólo nos provocan enfermedades
pulmonares también hay un vínculo entre las enfermedades neurodegenerativas y
la exposición a partículas finas.
El diesel ha sido impulsado por la lucha contra el cambio climático debido a que su potencial de calentamiento global es menor que el de la gasolina, Ha sido peor el remedio que la enfermedad. Salud y medioambiente deben ir de la mano.
Es necesario reducir el tráfico rodado y su contaminación potenciando el
transporte público en detrimento del privado, el transporte de mercancías por
ferrocarril en lugar del carretero o peor todavía que el avión. Con soluciones
como la reducción de velocidad, en los cascos urbanos sobre todo, las tasas de
congestión, promover el transporte suave y el desarrollo de un sistema de
transporte público accesible a todas las personas, los pueblos y todos los
bolsillos, podemos proteger la salud de la ciudadanía y nos permite una
revisión de la planificación de la movilidad.
Pero sobre todo la ciudad ha de transformarse para priorizar los desplazamientos a pié, en bicicleta y transporte público que debe ser mayoritariamente eléctrico.
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