La justicia es uno de los
pilares de la Democracia. Que la prensa informe a los ciudadanos sobre su
funcionamiento es legítimo y necesario, pero que se ocupe de la rumorología, de
la caza a alguien, cuando no de organizarla, es escandaloso.
La justicia tiene sus
reglas. Al profano pueden parecerle esotéricas, pero son la garantía de
nuestras libertades individuales.
El compás de la justicia es
necesariamente el compás de la paciencia, de la serenidad y del rigor en la
investigación.
El compás de los medios de
comunicación es el del instante, de lo sensacional y del posibilismo a falta de
pruebas.
La prensa es un poder. En
pocas imágenes o líneas es capaz de destrozar irremediablemente a una persona.
Es un poder formidable en el verdadero sentido del término, un poder que
inspira miedo.
En los
sistemas totalitarios el control de los medios de comunicación es la clave del
Poder Político, en las "democracias mayoritarias" también. La mayoría
se construye desde los Medios, financiados por corporaciones globales,
nacionales o regionales. Solo difiere la escala, porque el objetivo es el
mismo: la mayoría, el pensamiento único. Se nos crean necesidades de consumo y se nos impone una ideología, se silencian temas y se apoyan otros.
En las pasadas elecciones hemos visto que existe un enorme abismo entre el tratamiento mediático dispensado a los diferentes
partidos y ello se plasma en las urnas. Ese abismo se debe a que algunos,
por muy reivindicativos que sean, no
suponen un peligro para el status político-económico; por el contrario, la
emergencia de un nuevo partido político, como Equo, sí. Llevamos 3 años de existencia y estamos funcionando de forma participativa, paritaria, demócraticamente desde abajo, con transparencia. Hemos hecho primarias abiertas, hemos debatido para elaborar el programa...
En España no quieren que se hable de ecología política, nos quieren reducir a meros defensores del medioambiente.Nuestro voto crece a pesar de un
presupuesto de bolsillo y del “silencio administrativo”.
Y
los Medios de aquí tienen mucho que ver
en el asunto. Todos sabemos que cada uno de los medios influyentes de comunicación guarda estrechas relaciones
con cada uno de los partidos políticos influyentes.
La consigna,
no escrita, es clara: si no apareces en
los Medios, sencillamente no existes. Es indiferente lo que hagas o digas. No existes. Si, además, todo aquello que
perjudica a EQUO goza de una cabal difusión ¿qué podemos esperar? hay que entender esta “omertá” (ley mafiosa del silencio).
Cada redacción debería
instaurar un comité de ética compuesto paritariamente por miembros de la redacción
y personalidades externas. Cualquier persona que se considere víctima de una
falta deontológica podría recurrir a este comité que, tras un debate
contrastado, emitiría un informe que podría ser publicado.
De este modo renacerá una
deontología viva, anclada en lo real de la profesión y que, inevitablemente,
cambiará las costumbres. Esta reforma debe hacerse por la prensa y no contra
ella. Pero si permaneciera insensible, correspondería a las instituciones ponerla en marcha: el Estado entrega a la prensa dinero público. Por
tanto, tiene todo el derecho a exigir, a cambio de estos fondos, que se adopten
estos códigos deontológicos.
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