miércoles, 10 de agosto de 2011

LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA DE LA ECONOMIA

La crisis azota el mundo y también a Europa desde el año 2008, está lejos de terminar y aún puede incrementarse en un futuro muy cercano. En España, con un porcentaje del 21,29% contra el 20,33% de finales de diciembre, el desempleo casi iguala el nivel del primer trimestre de 1997 (21,30%) y sigue siendo el más elevado entre los países de la OCDE con 4,9 millones de personas en paro. Esta crisis no es únicamente el producto del capitalismo financiero. Es un signo de agotamiento de nuestro modelo de economía y del medio ambiente.

Se trata de una crisis global que conduce a una crisis política mayor en Europa. Y mañana puede ser un reto para nuestras democracias.

Esta crisis puede llevarnos a una regresión: las políticas de austeridad y el uso de las nuevas "reformas estructurales" es probable que conduzcan a nuevos retos futuros en cuanto a los derechos sociales (pensiones, prestaciones por desempleo, derechos laborales... ). El enfoque en la dimensión económica y social de la crisis podría llevar a una pérdida en materia ambiental. Teniendo en cuenta las mayorías políticas en España y en Europa, este escenario es ahora más probable. Sin tener en cuenta la ecología no hay forma de sacarnos de la crisis y será peor.

La respuesta equivocada a la derecha: “la austeridad”
En toda Europa, los gobiernos se empecinan en injustas políticas de recortes masivos del gasto público que desestructuran nuestros modelos sociales. Además de las desastrosas consecuencias humanas, con tales políticas es probable que precipiten la economía europea en una nueva recesión, la caída en el gasto público no tiene ninguna posibilidad de ser compensada por un aumento de la inversión privada o el consumo privado.

La mala respuesta de la izquierda: "el crecimiento"
¿Hay quien todavía cree en el retorno del crecimiento? ¿Debemos seguir escuchando a aquellos que esperan el regreso del crecimiento para abordar el desempleo y reducir las desigualdades? Pero imaginemos que es finalmente posible. ¿Qué pasaría entonces? Muy rápidamente, como fue el caso en 2008, el precio de las materias primas y la energía se incrementaría de nuevo, aún más grave y de forma irreversible debido a la alteración del clima.

La prioridad número uno es pues la de transformar nuestro modelo de producción en un modelo, ecológica y económicamente sostenible....

Los ecologistas no se equivocan de objetivo. No queremos reactivar el crecimiento, queremos crear empleos, distribuir la riqueza equitativamente, reducir la presión sobre el medio ambiente y mejorar las condiciones de vida. Y los ambientalistas son los únicos que proponen el debate público: una reflexión sobre la economía que no tenga como condición el retorno al crecimiento. El PIB es un indicador pobre, que no refleja ni el bienestar, ni la presión sobre el medio ambiente o la desigualdad. Que el crecimiento sea un fin en sí mismo, es ignorar la realidad del mundo que nos rodea.

La economía productivista y financiera se desarrolla hoy en contra de la sociedad, en contra del bienestar de la mayoría, en contra del vínculo social, en contra de la calidad de vida, en contra de la preservación del medio ambiente, y sin reducir el desempleo. Las políticas productivistas han mostrado sus límites en términos de eficiencia económica primero, pero también en términos de impacto social y ambiental: no podemos continuar apoyando el desarrollo de una economía para después tener que reparar los daños y sociales medio ambiente que produce (cuando se puede, lo que es cada vez menos posible).

Debe haber una intervención pública sobre la economía para que se respeten los bienes comunes y cumpla unos objetivos sociales y ambientales.

En este sentido, sabemos que "siempre" no es un escenario posible. El "aumento" del PIB, sin condicionalidad verde es totalmente incompatible con la verdadera lucha contra el cambio climático. La protección del Clima, y luego dividir por 5 las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050, sin duda supondrán no sólo la inversión ambiental y la mejora de la eficiencia de nuestra producción, sino también un cambio en nuestro comportamiento y nuestro estilo de vida. Salir del "siempre más" para ir a hacia "vivir mejor", es necesario para el planeta, y redunda en dar sentido a nuestra vida cotidiana.

El tema de la medición del bienestar: Hay que buscar nuevos indicadores oficiales de consenso en lugar del PIB para medir la riqueza. España debe desarrollar indicadores alternativos para modificar los términos tradicionales en que se encuentra el debate económico. Estos indicadores alternativos, complementarios a los del PIB, deben estar disponibles pronto y ser comparables. A modo de ejemplo, proponemos agregar cuatro indicadores:

1.- Ahorro neto ajustado
2.- La huella ecológica
3.- El nuevo indicador de bienestar desarrollado por la OCDE
4.- Indicador y una medida de la desigualdad.

El primero está desarrollado por el Banco Mundial y permite pensar en términos de reservas de capital y no sólo en términos de flujos, como el PIB. La ventaja de este indicador es que ya está disponible. Por tanto, es posible medir el daño al capital humano y a los flujos ambientales. Es un indicador reconocido por la comunidad internacional, lo que permite comparaciones en el tiempo y entre países. La desventaja es tener que reducir todo a unidades monetarias. De ahí la necesidad de añadir otro indicador, como la huella ecológica o huella de carbono, que mide los valores físicos, y no monetarios. Por último, los otros dos indicadores se centran en la calidad de vida y la desigualdad ya que la huella ecológica no dice nada sobre el bienestar. La elección de estos indicadores se deberá decidir antes de finales de 2012 para que España adopte oficialmente indicadores alternativos al PIB el 1 de enero de 2013.

La transición ecológica de la economía: un nuevo modelo de desarrollo

En base a estos nuevos indicadores, que reflejan la coherencia de los objetivos de la política ambiental, se propone un nuevo modelo de producción y consumo, una transición ecológica de la economía que ofrece cuatro objetivos claros:

Reducir la huella ecológica de la economía
Mejorar la calidad de vida de la mayoría de las personas
Crear masivamente empleos decentes
La reducción de la desigualdades sociales

Esto significa la construcción de un nuevo modelo con una economía baja en carbono, desnuclearizada, eficiente, relocalizada, desfinanciada, que hace de la reducción de la desigualdad y el empleo el corazón de su proyecto:

Una economía que utiliza los recursos de forma óptima y respetuosa con un ecosistema que ya no es capaz de absorber nuestros desechos, provocando la transformación de los sectores energéticos mediante las energías renovables, el transporte público, la agricultura orgánica, el aislamiento térmico, etc.

Economía relocalizada: que da prioridad a la producción local, que apoya el tejido económico de las pequeñas empresas, PYMES, cooperativas y asociaciones que sostienen una economía local sostenible, resistente a los golpes de la globalización y las crisis ambientales.

Una economía plural que reconozca la importancia de los servicios públicos y sociales, indispensables para el funcionamiento de la sociedad.

Una economía que permite trabajar mejor, trabajar menos y trabajar todos, gracias a la creación de empleos verdes, y también por la reducción del tiempo de trabajo a lo largo de la vida.

Una economía que reduce la desigualdad a través de un sistema fiscal más justo, y una protección social consolidada que responda a las aspiraciones de cada uno. Una economía que limita los ingreso indecentes, a través del establecimiento de una renta máxima, y por abajo con el establecimiento gradual de un ingreso universal e incondicional para que todos puedan salir de la asistencia y a vivir con dignidad.

Una economía más responsable y más regulada, retornar al largo plazo, donde la competencia no es a expensas de los estándares sociales y ambientales, y donde los beneficios ocupan su lugar.

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