sábado, 19 de marzo de 2011

Un día sin carne por salud, ecología y ética.


« Según mi punto de vista, el modo de vida vegetariano, por sus efectos físicos en el temperamento humano, podría influir, de una manera sumamente benéfica, en el destino de la humanidad” Albert Einstein

Por el contrario la ingesta de proteína animal es tremendamente destructiva para nuestra salud y la del planeta:

Hace falta diez veces más tierra arable para alimentar un carnívoro que para alimentar un vegetariano.
Adoptar una dieta muchísimo más vegetal y muchísimo menos animal, podría resolver todos los problemas de hambruna, así como los de la destrucción de nuestra madre tierra.

La conducta vegetariana, por su lógica interna a favor de la vida natural contra los antivalores mercantiles, aparece cual base en que los demás movimientos deben finalmente asentarse bajo so pena de quedar superficiales. Antes de traer otras reglas de conducta para un mundo más sano, hay que haber integrado en uno mismo esta opción. Si la humanidad quiere sobrevivir debe adoptar no un vegetarianismo puro y duro (cuando no un frugivorismo supuestamente de los origines, según la Biblia), sino más bien un retorno a la alimentación natural ancestral de antes, la agricultura intensiva.

Reducir el consumo de carne de 300/400 gramos diarios (o más para los americanos) siquiera a unos 100 gramos, o incluso idealmente como los Tailandeses - a 30/50 gramos diarios, disminuiría en consecuencia, de al menos 2/3 y hasta de 90%, el impacto de la ganadería en las selvas y en la agricultura (por el uso de abonos y pesticidas), acabaría sin duda con el corte de leña en Amazonia y África (si se asocia la medida al cese de importación de madera exótica), y bajaría considerablemente el déficit de los seguros sociales, pues el consumo excesivo de carne y azúcar es la primera causa de todas las enfermedades.

Ya que los espacios dedicados a la crianza de ganado representan en total 35,68% de la superficie de tierra del planeta, podríamos así también restituir a la naturaleza más o menos 30% de la superficie planetaria. O sea 26% de las tierras emergidas para los pastos del ganado, y 9,28 % para las superficies agrícolas que se le dedican, que son 11% del total.

Una idea errónea, muy arraigada, se opone a la reducción de la dieta a base de carne por que nos debilitaría. El toro no come nada más que hierba, el jabalí, omnívoro como nosotros, consume esencialmente frutos forestales, sin embargo es el animal dotado de una vitalidad extraordinaria por excelencia.

Gandhi dijo: " Tenéis que encarnar el cambio que deseáis ver producirse en el mundo."

Reduciréis o hasta suprimiréis vuestros gastos médicos. Vuestra mente se volverá más clara y disminuirá vuestra agresividad. Reduciréis muchísimo la destrucción ecológica de la tierra.

Desestabilizaréis gravemente el sistema económico y social impuesto por los señores del mundo. Reduciréis drásticamente sus provechos financieros y así los obligaréis a convertir sus actividades.

Adoptar aquella alimentación que permite devolver a la naturaleza, luego a los árboles, plantas, animales unas superficies inmensas, igualmente permitiría aumentar la variedad de nuestros recursos en alimentos naturales y gratuitos, y mejorar la salud de todos.

Mientras que seguir con el consumo de carne equivaldría a suicidaros ahora, vosotros, vuestros hijos, y toda la colectividad. Esta verdad sencilla, si se adopta y se aplica ampliamente, bastará para salvar la humanidad y regenerar el planeta.

Por otra parte la ganadería intensiva es una forma de explotación despiadada de los demás animales por los humanos, y está basada en una forma de discriminación tan profundamente arraigada en nuestra cultura, y tan poco cuestionada hoy en día, como en siglos anteriores lo fue la explotación de los humanos. Debemos buscar nuestra guía moral, no en la tradición o las costumbres, sino en la justicia y la ética. Del mismo modo, que hemos comprendido que discriminar a otros por su sexo, color de la piel o cultura es injusto, el asumir que los demás animales no merecen tener una vida acorde a su condición, es una afirmación que debería pertenecer al pasado.

Rosa Burgos

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