1. El
Espacio Verde es un espacio de encuentro plural y abierto formado por personas
y grupos muy diversos que nos identificamos y nos consideramos verdes, formamos
parte de EQUO y del
Partido Verde Europeo. Trabajamos en el conjunto del territorio español
con capacidad de participar en las elecciones municipales, autonómicas
generales y europeas y en la acción política institucional.
2. Como Espacio Verde queremos afirmar
públicamente nuestra identidad y compromiso con Equo y el Partido Verde
Europeo. No renunciamos a nuestro pasado como parte de Los diversos
partidos Verdes pero optamos por fusionarnos y afrontar con responsabilidad y
con urgencia las tareas prioritarias de construcción de una mayor presencia y
capacidad de intervención política, y de un aumento progresivo de nuestra
credibilidad social y éxito electoral.
3. Nacemos
y somos parte del proyecto político de Equo en España y del Partido Verde
Europeo, y entendemos que nuestra identidad y agenda política como verdes es de
carácter estratégico, autónomo y diferenciado. Somos parte del
proyecto político verde global y por ello, un rasgo central que nos caracteriza
distintivamente es el estar a favor de la transmodernidad
o la modernización ecológica de las sociedades humanas. Por tanto,
estamos y nos sentimos muy claramente diferentes y diferenciados de otros
proyectos políticos que aún continúan bajo los estrechos e inapropiados
parámetros y valores del desarrollo y la sociedad industrial. Más allá de
nuestras plurales y coyunturales alianzas electorales y pactos para tener
acceso a la gobernabilidad y a los cambios reales en la acción pública,
estratégicamente nos diferenciamos, y muy a menudo nos situamos en posiciones
de claro antagonismo en relación a otros proyectos políticos de la derecha, de
la izquierda socialdemócrata, de la izquierda post-comunista o de la izquierda
alter-mundista.
4. Apostamos
también por la construcción de un Partido Verde Europeo genuino, fuerte y
cohesionado. Entendemos que el Partido Verde Europeo debe
avanzar y adoptar así una clara dirección política y con estrategia única que
supere las miradas circunscritas exclusivamente a los territorios y partidos
nacionales. Saber gestionar esta coherencia estratégica con la diversidad
europea y del movimiento verde es uno de los retos a los que la cultura verde
debe dar solución.
5. Nuestra
identidad política como parte de Equo y como parte del Partido Verde Europeo es
de carácter sustantivo. No somos ni un prefijo ni un adjetivo a añadir o
a supeditarse a las prioridades e intereses de otros proyectos políticos, o de
otros partidos con los que coyunturalmente podamos establecer alianzas. Nuestro
programa y agenda política verde abarca de manera estratégica y central todos
los campos de la acción política, social, económica, cultural e institucional.
Por tanto, no nos limitamos a la defensa exclusiva de las estrechas políticas
ambientales ya que a menudo resultan ser muy insuficientes,
parciales, retóricas y cosméticas, debido a que suelen actuar ineficazmente en
sólo algunos ámbitos sectoriales muy reducidos y anecdóticos.
6. Como
verdes que somos, consideramos que es prioritaria nuestra responsabilidad con
las actuales condiciones de creciente deterioro físico de los ecosistemas
terrestres globales y locales. Ésta es la identidad y prioridad política
que nos funda, y por esta razón nos situamos muy a menudo en radical
confrontación con las políticas de la izquierda tradicional en sus diferentes
versiones socialdemócratas, post-comunistas o alter-mundialistas. Nuestras
políticas concretas son responsables y coherentes con los nuevos problemas de
las sociedades de riesgo socio-ambiental y con las prioridades marcadas por
nuestro programa verde. Por ello, no estamos por la tarea de desarrollar un
simple uso retórico o programático de los principios y valores ecológicos que
nos fundan, tal y como suelen hacer otros partidos y fuerzas políticas que
utilizan confusamente el lenguaje de la sostenibilidad
cuando al mismo tiempo y contradictoriamente, en la realidad de sus
programas, prioridades y acciones políticas concretas, continúan impulsando la
destrucción socio-ambiental mediante las políticas productivistas y
economicistas propias de la sociedad industrial.
7. Las
creciente expansión de las lesiones y muertes socio-ecológicas es
autoinfringida en sus causas y orígenes, y por ello las políticas verdes
cuestionan el modelo económico y cultural del desarrollo reinante. El
actual modelo de producción y de consumo en su escala globalizada y planetaria
está superando dramáticamente los límites ecosistemáticos que el planeta vivo
puede soportar sin dañarse irreversiblemente. Entendemos que el problema
principal y prioritario frente al que se subordinan y han de orientarse interconectadamente
también el resto de problemas, es la crisis ambiental de continuidad y de
supervivencia civilizatoria que hoy se ya se expresa y visibiliza local y
globalmente.
Es la propia expansión
y el propio éxito de la sociedad industrial la que con sus daños
autodestructivos pone en entredicho la continuidad misma de las condiciones de
salud y de vida planetaria, y al mismo tiempo amenaza a las mismas sociedades
humanas y su futuro.
Por tanto, los
principales ejes éticos y políticos que orientan nuestras actuaciones no son ni
la prioridad del crecimiento y la productividad económica, ni tampoco son el
conflicto social entre clases, ni el conflicto entre naciones, culturas o
estados.
8. Entendemos
que la Naturaleza y sus expresiones vivas, además de tener un valor intrínseco
y dignidad propia en su existencia singular y única, también tiene un valor
instrumental a preservar y cuidar debido a los innumerables y valiosos
servicios que aporta para las necesidades del bienestar humano. Por tanto, la
defensa y protección de la vida y de los ecosistemas constituye una prioridad
política por encima de los estrechos intereses y valores
monetarios del mercado, y más allá del economicismo a ultranza. Su protección y
cuidado tampoco ha de aplazarse o supedirarse a la recolución de otros
problemas o conflictos sociales, o a los intereses nacionales de los estados,
que con enorme miopía e irresponsabilidad suelen percibir el medio ambiente
como un tipo de recurso más entre otros, pero no esencial ni prioritario. Contrariamente,
nuestra opción es la vida misma, en toda su biodiversidad, salud, integridad y
complejidad entretejida, y por ello defendemos la transición hacia otras formas
dinámicas de convivencia y coevolución más armoniosas entre las sociedades
humanas y la Tierra.
9. Estamos
por la defensa y protección del bienestar y la calidad de vida de los animales,
Defendemos la aplicación de leyes rigurosas contra el maltrato, comercio,
explotación y abandono de animales domésticos, de compañía, de familia y de especies
exóticas. Las pruebas y testing con animales practicados masivamente por la
industria química han de ser sustituidas, al igual que la experimentación
científica realizada con animales vivos. Las condiciones de producción,
transporte y muerte en granjas intensivas y en mataderos han de eliminar el
sufrimiento animal y permitir una vida no artificializada y digna que favorezca
el desarrollo de las capacidades naturales e instintivas de cada especie. Las
colonias y animales que viven en medios urbanos han de ser estabilizadas y
mantenidas en condiciones de cuidado digno.
10. Somos
verdes. No somos ni socialistas ni anticapitalistas ni neoliberales ya que la
política económica que defendemos es en lo ético y en lo práctico una política
responsable con las personas y con la naturaleza. Como parte de un movimiento
político europeo y global trabajamos a favor de la urgente transición hacia una
nueva alfabetización cultural y una nueva economía ecológicas ajenas a la
cultura del contaminar, usar y tirar, y con formas de producción, trabajo,
empleo y consumo que desarrollen la cultura verde basada en el aprovechamiento
y el cierre de los ciclos de relaciones entre materiales, energía y seres
vivos. Defendemos una cultura solar y terrestre que intefre y respete los
limitados recursos físicos y naturales del planeta desde los valores básicos de
suficiencia, equidad y reparto mediante la reutilización y el reciclado de
materiales, y mediante la producción de energías limpias y renovables.
11. Estamos
a favor de una modernización ecológica de la economía que sea a la vez capaz de
ser competitiva, diversificada e innovadora pero siempre adaptada y en
convivencia con las necesidades de la vida planetaria y el bien común. Esta
política económica quiere contribuir y avanzar hacia una sociedad ecológica más
justa, igualitaria y diversa mediante una economía de libre mercado,
políticamente regulada con altas y exigentes normas ecológicas, sociales,
globales y locales. La sabiduría ecológica aplicada en todos los campos sociales
ha de ser un requisito para el éxito y la eficiencia económica, el bienestar y
disfrute colectivo, la justicia social y la gestión pública.
12. Junto
a los nuevos derechos ecológicos de ciudadanía y de justicia ambiental.
Defendemos los valores universalistas de dignidad y de respeto hacia los
derechos humanos individuales desarrollados históricamente por el humanismo
ilustrado europeo. Los derechos humanos individuales no pueden ser
subordinados, sacrificados o coaccionados en nombre de los derechos de
soberanía de los estados nacionales o en cualquier otro tipo de legitimidades
sociales, culturales, religiosas, económicas, tecnológicas o científicas.
13. Somos
profundamente europeístas. Apostamos por una Europa política fuerte,
democrática y cohesionada. Queremos una Europa capaz de establecer una nueva
carta conjunta de ciudadanía europea basada en los valores universales de
bienestar, paz. Diversidad, equidad, cooperación y solidaridad, y mediante el
desarrollo de derechos y libertades individuales y colectivas en los que se
incluyan el Principio de Precaución y los nuevos Derechos Ambientales
desarrollados con claros principios y normas prácticas exigentes de
responsabilidad ambiental planetaria.
14. Estamos
por el liderazgo europeo en el mundo para construir nuevas relaciones basadas
en la justicia, la paz, la seguridad y la estabilidad entre países y regiones.
Queremos alcanzar una convivencia pacífica y enriquecedora entre el mundo
musulmán y occidente, y en particular en el Mediterráneo y en el Oriente
Próximo. Mas allá de las simples relaciones multilaterales de vecindad y de
intercambio económico, entendemos que es prioritaria la superación de la
violencia y los conflictos socioculturales endémicos, y en este sentido
queremos una ampliación europea hacia los Balcanes y Turquía. Estamos a favor
de la integración social junto a la diversidad cultural para extender las
condiciones de estabilidad, paz y habitabilidad ecológica en el mundo. Desde
una lógica del acuerdo y el diálogo, creemos que Europa es la región con un
capital económico, histórico y cultural más adecuado para impulsar esta
globalización equitativa de la política y los derechos.
15. Trabajamos
desde España y en sus diferentes ámbitos políticos y territoriales a favor de
un movimiento político europeo y global centrado en valores y objetivos verdes
claramente diferenciados. La política y la cultura verde se
diferencia de los valores y la agenda política desarrollados por la izquierda
pos-comunista, por los “ecosocialistas”, o por la llamada “izquierda verde”.
Somos verdes; ni rojos, ni roji-verdes, ni negros, ya que los valores éticos,
políticos y estratégicos que nos definen y orientan son los de la
sustentabibilidad, la equidad, la diversidad, la solidaridad, la libertad y los
derechos individuales. Nuestros principios y programa político verde son
profundamente europeístas, prácticos, democráticos, igualitarios y ecologistas.
Esta diferencia no niega sino que funda la necesidad del diálogo y el
intercambio permanente de ideas y experiencias con otras propuestas políticas.
16.
Defendemos las Políticas Ecofeministas porque reconocen y se enfrentan a la
doble dominación ejercida sobre las mujeres y la naturaleza por parte de las
sociedades patriarcales en sus particulares formas contemporáneas:
globalizadoras, industriales y tecnológicas. En consecuencia,
optamos por las políticas paritarias y por
unas nuevas maneras no masculinizadas ni jerárquicas de hacer política que han
de expresarse en todos los niveles organizativos, electorales e
institucionales, y que han de asegurarse mediante mecanismos de participación,
representación y decisión dentro de los partidos. Entendemos que la valiosa
diversidad de voces y de experiencias propias de las mujeres han de poder
contribuir al avance de las políticas de vida y de
la sustentabilidad en la sociedad en general.
17. Reconocemos
también la crónica y contradictoria indefensión en que están muchas mujeres a
consecuencia de la perpetuación de la dominación masculina dentro de las
organizaciones políticas formalmente igualitarias. A
menudo son los propios mecanismos organizativos de carácter individualizador y
homologador los que favorecen la continuada minusvalía de las mujeres frente a
los grupos y familias masculinas dentro de las organizaciones y la acción
política. Por ello, y ante la insuficiencia de la igualdad conseguida entre
mujeres y hombres en las prácticas reales que se dan en el propio campo de las
asociaciones y partidos, entendemos que la auto-organización, la participación
y la voz propia como grupo y colectivo de mujeres han de asegurarse también
mediante cauces estatutarios y prácticas normalizadas dentro de los partidos
verdes.
18. Somos
radicalmente pragmáticos ya que desarrollamos políticas conjuntas de compromiso
y de pacto con otras fuerzas políticas y sociales. Queremos el fortalecimiento
de la sociedad civil, de las acciones colectivas y las luchas ciudadanas de
grupos y movimientos sociales en las tareas necesarias de reflexividad crítica,
participación, consulta y decisión colectiva. Aunque no respondan absolutamente
a nuestras aspiraciones e ideales verdes, desarrollamos en lo posible una
diversidad de acuerdos y de alianzas que resulten necesarias y útiles para
avanzar con mejoras reales en cada coyuntura y circunstancias concretas. Por
responsabilidad y compromiso con un mundo interconectado, frágil y lleno de
daños de todo tipo que se expanden, queremos acceder a la gobernabilidad en
todos los ámbitos públicos de la gestión política para promover con urgencia avances
hacia las políticas verdes, pacíficas y solidarias.
19. Las
políticas verdes que defendemos son biopolíticas del tiempo porque no sólo
tienen en cuenta la inmediatez y el corto plazo, sino que son responsables a la
vez con el presente, el futuro y el largo plazo. La aceleración de la
destrucción entrópica y de la irreversibilidad de las lesiones generadas por
los proyectos de maldesarrollo, convierten
las políticas verdes en unas políticas de emergencia. Por ello, entendemos que
no hay tiempo que perder con posiciones exclusivamente programáticas,
testimoniales, expresivas o marginales, ya que suelen desatender las
dimensiones centrales y estratégicas presentes en los problemas reales que nos
afectan impidiendo los avances urgentes en el terreno práctico e histórico,
aunque sean del todo insuficientes y parciales.
20. Las
políticas verdes que defendemos y practicamos van más allá de las políticas del
NO. Las políticas e ideologías del No a todo suelen
estar atrapadas en la defensa de los propios principios e ideales y
paradójicamente van acompañadas de la parálisis y el inmovilismo práctico de
los problemas. Contrariamentie, entendemos que la crítica y la denuncia de los
hechos deben ir siempre acompañadas con propuestas útiles y concretas de
viabilidad práctica e histórica, incluso en las circunstancias más difíciles y
llenas de contratiempos e imposibilidades.
21. La
paz, la no violencia, el acuerdo y diálogo, la diversidad y la tolerancia son
valores necesarios para la acción política y para avanzar en compromisos y
cambios entre las partes implicadas en los conflictos. El
pacto y la resolución cooperativa de los conflictos siempre han de primarse por
encima del uso de la fuerza, la violencia o la guerra. Rechazamos el lenguaje
del enfrentamiento y las políticas basadas en la homogenización, la negación,
la devaluación o la exclusión del otro
diferente. Las injusticias históricas cometidas en el pasado no justifican en el
presente la intolerancia, el autoritarismo dogmático, la violencia o la
exclusión como formas de resolución de los conflictos.
22. Estamos
por la defensa y protección universal y práctica de los derechos humanos y de
las libertades individuales básicas de las personas. Al
margen de las diferencias y condiciones desiguales que afectan a las personas y
grupos, como pueden ser la edad, el sexo, la clase económica, la etnia, la
religión, el territorio, el estado, u otras orientaciones en sus valores y
formas de vida, entendemos que los derechos humanos individuales son básicos y
han de ser garantizados, y en ningún caso deben ser sacrificados en nombre de
la razón de estado, la ley, las ideologías, la costumbre y tradición cultural,
la religión, etc. No aceptamos los canjes ni las rebajas aplicadas a las
libertades individuales y a los derechos humanos básicos. Estamos radicalmente
en contra de los sacrificios de estos derechos en nombre de la competitividad y
el desarrollo económico. Los argumentos comunitaristas o identitarios en sus
muy diferentes versiones no puede ser una excusa para reprimir y anular las
diferencias internas que afectan constitutivamente a las personas humanas
aunque estas sean a la vez parte y miembros de una comunidad o colectivo mayor.
23. Somos
cosmopolitas, europeístas, nacionalistas, bioregionalistas, localistas e
indigenistas. La regulación política y legal ejercida desde los
estados nacionales es anacrónica e inoperante por su incapacidad para
enfrentarse con mínimas posibilidades de éxito a los retos ecológicos y
sociales de la globalización transnacional y la desregulación política de la
economía. Por tanto, estamos comprometidos en la difícil tarea histórica de
superar la mirada nacional y de construir a la vez una mirada supranacional
basada en la co-responsabilidad y la precaución. Este doble reto es complementario
con una defensa clara de la diversidad y dignidad socio-cultural, linguística y
el bioregionalismo. Pensar en global y actuar en local.
24. No
somos ni neoliberales ni estatalistas. No es bueno ni el monopolio
de las empresas ni el de los estados. Defendemos la gestión pública del medio
natural, el agua, la energía, la atención sanitaria y la educación. Una
economía que avance hacia la sustentabilidad ha de ser capaz de compatibilizar
las garantías sociales con un mercado dinámico, innovador y competitivo, y al
mismo tiempo desarrollar sistemas de participación y de regulación pública y
ciudadana desde criterios integrados: ecológicos, sociales, culturales y
económicos.
25. Defendemos
la aplicación del Principio de Precaución y del Derecho a Saber en todos los
órdenes sociales. Como parte de la nueva alfabetización ecológica
es necesario el aprendizaje cultural y político de nuevas formas de
conocimiento más profundo y adaptado a los nuevos problemas que vivimos, y con
capacidad de actuar en todos los órdenes sociales. Son urgentes la medidas a
favor de una reflexividad y de un nuevo tipo de conocimiento complejo que se
incorpore en todos los campos sociales mediante sistemas de precaución, de
información, y valoración previos a la toma de decisiones, y que pueda
funcionar como antesala de valoración de riesgos y peligros, y de las
decisiones públicas y de nuevos proyectos de actuación.
26. Lo
personal y cotidiano es también político. Las relaciones e intercambios
micro-sociales en la vida cotidiana y en los espacios privados de relación son
también los ámbitos prioritarios de la acción política verde. Son necesarios
cambios en los valores, estilos de vida y pautas de consumo de las personas y
grupos hacia una mayor responsabilidad individual y colectiva con los valores
post-materiales de sencillez, reparto, parsimonia, reutilización, suficiencia,
reciclado y reparación. La transición hacia la sustentabilidad social y
ecológica exige cambios profundos en todos los intercambios cotidianos. Las
personas y grupos, con sus formas y normas de vida situadas y encarnadas en
contextos socioculturales específicos, además de ser víctimas son también
responsables y agentes activos en los procesos de cambio, y por tanto las
soluciones no pueden venir exclusivamente de los cambios desde el exterior o
macro-estructurales que afectan a la economía o a la política institucional.
27. Los
indicadores económicos, sociales y ecológicos van juntos. La fiscalidad
ecológica ha de orientarse a aliviar la huella generada por la sobre-producción,
el sobre-consumo y por la contaminación de recursos naturales, y al tiempo se
han de aligerar los impuestos y la presión fiscal sobre el trabajo. Estamos
por la necesaria integración de los parámetros económicos y con los
socio-ambientales en la definición y medida pública de la riqueza y el
bienestar. Es necesaria la integración de los consumos de los recursos
materiales y ecológicos en la fiscalidad, los impuestos y los balances
económicos del estado y de las instituciones públicas. La gran mayoría de
personas del norte y al margen de su condición en las divisiones y jerarquía
social, son sobre-consumidores y explotadores de los limitados recursos
naturales del planeta.
28. Lo
más barato no siempre es lo mejor, ni lo más justo, ni lo más deseable. Estamos
a favor de la economía del bien común y en contra las políticas públicas
que impulsan las actividades necrófitas mediante subvenciones económicas. La
noria destructiva promovida por las subvenciones a actividades y sectores
económicos fuertemente contaminadores actúa contra los intereses colectivos de
salud, bienestar y futuro. Los precios han de reflejar los costes reales
físicos y sociales generados en la historia y la trazabilidad de las mercancías
a lo largo de todo el ciclo económico que va de “naturaleza a vertedero”:
extracción, producción, distribución, transporte, comercialización, consumo,
vida útil, residuos. Es urgente un freno a las subvenciones al consumo de
fuentes de energía basadas en los letales combustibles fósiles. Actividades
industriales y agrícolas muy intensivas en emisiones tóxicas nocivas deben ser
eliminadas ya que además de dañar la naturaleza y la salud, habitualmente
constituyen dumpings económicos que
abaratan artificialmente los precios de las mercancías y hunden las economías
del sur al convertir sus productos en no competitivos en los mercados. Estamos
por la eliminación de las subvenciones de actividades muy perjudiciales para el
medio ambiente como son la minería y la agricultura química-intensiva. Igualmente
deben ser replanteadas radicalmente las políticas de infraestructuras, que
crecen incesantemente sin análisis estratégico de su viabilidad ecológica.
29. Nuevas
y variadas formas temporales de flexibilidad en el trabajo, en jornadas,
horarios y ciclos de vida activa, han de poder ser compatibles con el disfrute
de la vida, la seguridad y la protección social. El empleo no define
exclusivamente las motivaciones, expectativas y calidad de vida de las
personas. Tenemos el derecho de conciiar la vida laboral y familiar.
30. Defendemos
los valores espaciales de más proximidad y lentitud en las relaciones entre
personas, actividades, objetos y territorios físicos. Estamos
por imitar las sabias pautas de cercanía y de lazos múltiples que practica la
naturaleza en sus múltiples formas. La aceleración, el gigantismo, las grandes
distancias y el creciente alargamiento de los desplazamientos humanos y de
mercancías comportan innumerables daños ambientales. Los ritmos más lentos y
parsimoniosos son más acordes y respetuosos con los latidos de la vida, y al
mismo tiempo que favorecen economías locales enraizadas también ayudan a unos
aprendizajes más profundos con lazos identitarios fuertes mediante un
reconocimiento y aprecio entre personas y grupos, y hacia los lugares
singulares y ecosistemas que habitan.
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